lunes, 29 de julio de 2013

Las brechas generacionales


Las brechas o diferencias generaciones son más comunes de lo que pensamos y no me refiero a las que existen entre los hijos y los padres, lo cual es la norma por razones de sentido común. Me he levantado esta mañana con la salida del sol, taza de café en mano y un dispositivo electrónico para leer las noticias y leer mi correo. Costumbre mia. Momentos después me percato que el vecino de en frente esta en lo mismo que yo. Nos separa una estrecha calle, pero una avenida de costumbres anchísima. Ahora mismo lo puedo ver con tres periódicos impresos (todos tenemos un vecino que se sienta en marquesina o galería SIN camisa pues eso es parte de la costumbre de ciertas generaciones también), no hay quien le hable de una “tableta” para leer las noticias o “Twitter”, etc. Habrá diferencias en la forma en que ambos nos informamos (esto sin contar con rapidez o variedad con que lo hacemos), pero al final de cuentas y a pesar de las brechas, logramos lo mismo: nos informamos.
Cuando son asuntos secundarios como esto, la forma no parece tener importancia. En otras palabras, informarse es lo que cuenta para ambos y la forma en que lo hagamos afecta muy poco el resultado final. Sin embargo, esto no se aplica a los aspectos que tienen que ver con los principios de vida. Aquellos principios que regulan nuestras decisiones y que afectan nuestra vida a largo plazo sobre todo.

Nos están vendiendo la idea, y la estamos comprando con vertiginosa facilidad, de que todo lo moderno está bien y que puede y tiene que sustituir todo lo que existe. Esta forma de pensar tiene lógica cuando se aplica a la tecnología. Si usted compra un teléfono, una tableta, etc., de tercera generación es lógico pensar que es superior a la de primera y segunda generaciones. Sin embargo, cuando hablamos de valores esta forma de pensar no es siempre lógica.
Esta venta de ideas no ha sido ni repentina ni nueva. Tal ha sido el cambio que ahora los valores que en un tiempo se vieron como absolutos, son vistos como arcaicos y hasta merecedores de burla. Si una joven llega virgen al matrimonio es toda una broma, las parejas de novios pueden pasar fines de semana juntos porque ya eso es “modernismo”, una preferencia sexual como la homosexualidad o el lesbianismo se quiere presentar como algo normal, los matrimonios no están comprometidos para toda la vida, sino hasta que un día me despierte y me de cuenta que quiero “algo más”, jovencitas que viven de sus encantos como queridas “oficiales”(no que no se hacia, pero ahora es hasta aprobado),  se puede disponer de la vida de una criatura si me resulta de estorbo para mis aspiraciones laborales (de nuevo, no que no se hiciera, sino que ahora es aprobado).  Las personas que venden sus cuerpos son llamadas trabajadoras sexuales y con derechos laborales como si fueran un gremio de médicos, un delincuente es defendido por las personas de su comunidad si les hace bien, un traficante de droga en una región es tratado como benefactor si se ocupa de los problemas de dicha región, las personas se involucran en los partidos políticos para ocupar un puesto y hacerse de dinero. Esto se hace para beneficiar a los familiares y se ve mal solo si nosotros no somos esos familiares.
¿Qué dice Dios al respecto?
¡Ay de los que a lo malo dicen bueno
y a lo bueno malo;
que hacen de la luz tinieblas
y de las tinieblas luz;
que ponen lo amargo por dulce
y lo dulce por amargo! (isaias 5:20)
La moral y los principios absolutos no son tecnología. No necesitan un “upgrade”, porque emanan de la sabiduría de un Dios todopoderoso y omnipresente.



Juan Carlos Compres 

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